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Has visto una exposición de arte y no lo sabes

Hace poco leí la siguiente noticia: “Chulilla adelanta a Montanejos como destino de interior más buscado en google de la Comunidad Valenciana”. Quien ha estado allí un fin de semana, sabe a lo que me refiero. Y quien visita Chulilla, tiene claro que quiere conocer 2 rutas en particular (aunque haya muchas más):

  • La ruta de los Pantaneros (la de los puentes colgantes, sí)
  • La ruta del Charco Azul.


Si estás entre los miles de personas que visitan esta última cada año, seguro que te habrán llamado la atención una serie de “esculturas” simpáticas que hay al inicio. Pues esconden mucho más de lo que imaginas.

Artista Chulilla Ignacio Llopis

Hace unos días, tuve el placer de entrevistarme con su autor, Ignacio Llopis, que me descubrió un montón de curiosidades, y lo que creía que iba a ser una charla de media hora, fueron 3 horas que se pasaron volando y solo el hambre nos hizo despedirnos.


Resulta que no son unas cuantas figuras puestas ahí para nuestra foto de las vacaciones, sino que el terreno por el que pasamos hasta llegar a cruzar el canal es privado (aunque Ignacio no tiene ningún inconveniente en que transitemos por él), y lo que estamos viendo es un proyecto inacabado llamado “el jardín de la ceratonia siliqua” (nombre científico del algarrobo). Ah, que no nos habíamos fijado en que era un jardín… Claro, porque con un excelente criterio (en mi opinión), Ignacio utiliza únicamente especies autóctonas, es decir, las que debería haber aquí.

Ignacio es una persona con la que vale la pena sentarse a hablar sin hora de fin, de impresionante cultura, gran creatividad y verbo fácil; descubrimos que sus orígenes se remontan a Malta, que su abuelo era tan trabajador que él lo representa como un robot, y que él ha tenido muchos oficios, y ha tocado casi todas las ramas del arte: pintura, escultura, literatura, fotografía…

Sus esculturas se enmarcarían en el conocido como “povery art”, que se distingue porque los elementos que las conforman se han obtenido de “desechos”. Esto, además de ser sostenible y estar muy a la orden del día, aporta mucho mérito, ya que a veces pasan años desde que una escultura aparece en su cabeza hasta que encuentra los elementos que necesita. Otras veces el proceso es rápido e inverso, y según ve el objeto ya sabe lo que va a a representar con él.

Los temas de los que trata son extensísimos, desde referencias personales, pasando por mitología, hasta denuncia social. Destacan sus referencias a la libertad de expresión, a la libertad de la mujer o la crítica a la sociedad actual.

No te lo vamos a contar todo aquí, ¡queremos acompañarte en tu visita y contártelo en persona!

Nos acompañaron en la entrevista su perrita Leyca (como las cámaras de fotos) y su precioso gato Calicatres (como el arquitecto del Partenón).

Ignacio nos dijo que su intención no es vender sus obras, las hace por mantenerse ocupado y por sentirse a gusto en el lugar donde pasa la mayor parte del tiempo desde su jubilación.

Me llamó la atención su afabilidad, a pesar de haber repetido miles de veces que “sí, al Charco Azul es por aquí” (normalmente preguntan más bien por el “lago azul” o la “laguna azul”),  no le molesta dar las indicaciones que sean necesarias.

Nosotros tenemos pendiente una exploración espeleológica con él. A vosotros, os aconsejo que visitéis Chulilla y dediquéis un rato de vuestra ruta al disfrute de esta curiosa obra.

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