Se trata de una ferrata de longitud media que zigzaguea en un sube y baja divertido, en el que pasaremos por un divertido puente colgantes, dos puentes nepalís, un pequeño rápel (10 metros, opcional), varios ligeros desplomes y pasos que nos obligarán a usar la roca y a hacer cierto esfuerzo de brazos.

Cabe destacar que nunca estaremos a más de 15 metros del suelo, por lo que retará más nuestros brazos que nuestros miedos.

Como aliciente extra, la ferrata termina en el conocido «mirador de las estrellas», en el que si vamos de noche o se nos hace de noche, podemos disfrutar del mejor cielo de la Península Ibérica.

La ferrata empieza, tras una bonita subida por senda atravesando un bosque, por un tramo de nivel muy fácil (K1). Cuando pasamos a los tramos de nivel medio, se nota enseguida la diferencia, ya que encontramos mucha verticalida, y algunos tramos desplomados que te minarán las fuerzas si no estás muy en forma. Descenderemos un pequeño rápel y cruzaremos dos divertidos puentes mono, hasta llegar al final de la muralla rocosa, cerca del observatorio astronómico.