La falacia de “fácil = seguro”

Hasta aquí, pues bueno, quien no quiera que no venga. Lo malo es lo que no he contado todavía. El recorrido consta de un desplome, como se aprecia en las fotos, que hace que alguien sin muchas tablas o forma física se pueda caer, muy cerca del suelo, con tramos de cable demasiado largos y, sobre todo, un diámetro de cable que en mi opinión debería ser un delito por irresponsabilidad del equipador el día que haya un accidente. Creo que se aprecia en la foto.

Y tal vez alguno estará pensando: "Y quién eres tú para juzgar eso". Pues resulta que, en calidad de ingeniero industrial, me dedico entre otras cosas a revisar y homologar instalaciones de este tipo. Resulta que no lo digo yo, existe una norma europea al respecto, la cual no cumple ni de cerca. Por cierto, para los que solo obedecen a números: la resistencia a la rotura de ese cable rondará los 1.400 kg, valor fácilmente alcanzable en una caída, frente a los 5.500 kg que establece la norma.

Y algún otro pensará: "Cada uno es libre de subir o no". Y ahí es donde entramos en un gran dilema que abarca todos los ámbitos de la montaña. Porque si todos fuéramos expertos, podríamos juzgarlo, pero precisamente a este ferrata suele venir gente iniciándose junto a otra gente que se cree experta, y ni uno ni otro tiene capacidad para juzgar esto. Por algún motivo, la gente cree que "todas las ferratas son seguras", que "alguien se encarga de hacer un mantenimiento" y que son instalaciones deportivas totalmente controladas. Esos mismos, creen que un guía de turismo activo es alguien que te presta material y te acompaña. Pues no, un guía es un gestor de riesgos, que valora con su experiencia lo que tú no eres capaz, y gracias a ello sí podrás ir seguro.

Y alguno más habrá pensado: "Hipócrita, aquí hay fotos de vosotros subiendo". No, nosotros asumimos el riesgo, valoramos la ínfima posibilidad de caernos por nuestra experiencia en otras ferratas muchísimo más difíciles. Ese no es el perfil de la gente que suele ir allí.